MADRID, 10 (SERVIMEDIA)

El Instituto Cervantes acogió este lunes en su sede en Madrid un doble homenaje al poeta Pedro Salinas (1891-1951) y a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en el marco del cual se depositaron sendos legados compuestos por las primeras ediciones de ‘Seguro azar’ y ‘La voz a ti debida’ y de la correspondencia que el escritor y profesor madrileño mantuvo con el poeta Jorge Guillén (1893-1984).

Este acto de homenaje forma parte del 90 aniversario de la UIMP, del que el poeta de la Generación del 27 fue secretario general; y en él también estuvieron presentes el rector de la universidad, Carlos Adradas; el secretario de Universidades, Markus González; y las vicerrectoras Matilde Carlón y Margarita Alfaros, que ejercieron como testigos en la cesión del legado.

La Caja de las Letras de la institución cervantina acogerá en la caja 1044 las primeras ediciones de ‘Seguro azar’ y ‘La voz a ti debida’ y la correspondencia que Pedro Salinas mantuvo con Jorge Guillén; mientras que la caja 1045 custodiará un ejemplar original de la ‘Gaceta de Madrid’ (antiguo BOE) del 24 de agosto de 1932, en el que se publica el decreto fundacional de la Universidad Internacional de Verano de Santander; una edición original de 1935 de la obra ‘La Universidad Internacional de Verano de Santander, resumen de sus trabajos 1933-1934’; un facsímil de la primera revista de estudiantes de la institución, fechado en 1933; y un ejemplar de la medalla conmemorativa del 90 aniversario de la UIMP.

«PUNTO DE REFERENCIA»

En su intervención, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, recordó que la UIMP se fundó en 1932 con el nombre de Universidad Internacional de Verano de Santander, siendo ministro de Instrucción Pública el socialista Fernando de los Ríos (1879-1949), figurando entre sus primeros rectores a Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) y Blas Cabrera (1878-1945), «nombres de referencia en la filología y la ciencia españolas», y contando con Pedro Salinas como su secretario general y «alma» en su puesta en marcha.

Desde su fundación, la universidad de verano se configuró como un «punto de referencia fundamental en la vida universitaria y cultural española, en la vida de todos los que creían que la cultura es un eje fundamental para asegurar la convivencia, la democracia, el vivir en justicia de las sociedades».

Tras subrayar que el golpe de Estado de 1936 «supuso la ruptura de un sueño pedagógico, la ruptura de la democracia y la convivencia en España», evocó la misiva que Pedro Salinas escribió desde el exilio a Jorge Guillén el 8 de marzo de 1937, en la cual apuntó lo siguiente: «Este verano, una tarde en La Magdalena, sentado con Margarita en el prado, una de esas tardes estupendas de allí, tuve una sensación que no olvidaré nunca: la despedida. Me di cuenta de que estábamos despidiéndonos de algo, de muchas cosas, de una vida que ya no podría volver; ni el país, ni Madrid, ni la gente, volverán a ser los mismos. Nuestra vida fatalmente está escindida en dos pedazos; el ayer sabemos cómo fue, y del mañana no sabemos todavía nada».

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García Montero atestiguó que «la vida siguió pasando, la historia siguió pasando y siguió pasando también por Santander», lo que le permitió señalar que en 1945 se aprobó el decreto de la puesta en marcha de la UIMP, y «esa universidad volvió a ser un punto de referencia fundamental para todo el desarrollo de la cultura que quiso supervivir durante la dictadura y que contribuyó a la construcción de la democracia, de la transición española hacia la democracia».

«INSTITUCIÓN SINGULAR»

Por su parte, Carlos Andradas comentó que la UIMP es «inseparable de la figura de nuestro insigne poeta Pedro Salinas, la persona más persistente, la que movió más los hilos oportunos para lograr dar forma al proyecto de Universidad Internacional de Verano», cuyo decreto fundacional «algunos atribuyen a su puño y letra», y que fue su secretario general hasta 1936, cuando salió a EEUU «para no volver jamás tras el golpe a la Segunda República que rompió abruptamente la actividad de la universidad».

El rector indicó que desde sus orígenes la universidad se concibió como una «institución singular, diferente, no al uso», lo que le ha permitido convertirse en «referente para la cultura, para la ciencia, y a partir de 1978, y seguramente mucho antes, de la democracia española, constituyéndose como un lugar de encuentro y referencia para el desarrollo de las ciencias y las artes».

Manifestó que la composición original de su patronato, con Miguel de Unamuno (1864-1936), Claudio Sánchez-Albornoz (1893-1984), José Ortega y Gasset (1883-1955), Américo Castro (1885-1972), Carles Pi i Sunyer (1888-1971), Enrique Moles (1883-1953) y José Gaos (1900-1969) «dan testimonio de la ambición e importancia dada por la República a la UIMP», a lo que se añade la lista de profesores que impartieron cursos en 1933 y 1934, con nombres como Gerardo Diego (1896-1987), Dámaso Alonso (1898-1900), Xabier Zubiri (1898-1983), Luis Recasens (1903-1977), Miguel Antonio Catalán (1894-1957) o Erwin Schrödinger (1887-1961).

Carlos Andradas presumió de que los 45 premios Nobel que han pasado por la UIMP acreditan el «papel destacado» que ésta ha desempeñado en la cultura y en la sociedad española».

Luego de especificar que «singularidad, calidad y libertad de cátedra» constituyen las señas de identidad de la universidad, concluyó pidiendo a Luis García Montero que autorice que la caja que custodiará en legado de la UIMP pueda abrirse en 2033, coincidiendo con el centenario de su fundación, para «incorporar algún elemento más».