MADRID, 07 (SERVIMEDIA)

Investigadores universitarios han hallado nuevas evidencias de los beneficios que aporta tocar un instrumento sobre las capacidades cognitivas y el rendimiento académico de niños y adolescentes, a través de la revisión y metaanálisis más actualizados hasta la fecha.

Su trabajo, titulado ‘Please don’t stop the music: A meta-analysis of the cognitive and academic benefits of instrumental musical training in childhood and adolescence’, ha sido publicado en la revista ‘Educational Research Review’.

Los investigadores han cuantificado la magnitud de los cambios cognitivos que aporta la práctica musical, revelando que tocar un instrumento puede beneficiar un amplio número de capacidades mentales, como la memoria y la atención. En términos de inteligencia, tocar un instrumento llegaría a aumentar el cociente intelectual de niños y adolescentes hasta tres puntos. Y aunque la mayoría de personas no se inician en esta actividad en busca de una mejora cognitiva, “un beneficio así debería entenderse como un preciado regalo, que añade más valor a una actividad que ya tiene valor en sí misma”, destacaron los autores.

Los investigadores de la UGR Rafael Román Caballero y Juan Lupiáñez Castillo, en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad McMaster (Canadá), han analizado cuantitativamente los resultados de todos los estudios disponibles en la temática, y aportan nuevas evidencias de que practicar música durante la infancia y la adolescencia tendría efectos positivos sobre las capacidades cognitivas y el rendimiento académico.

Un debate habitual en este tipo de estudios es si las diferencias que se observan entre las personas que practican música y quienes son causa de implicarse en esta actividad. Por otro lado, las diferencias podrían ser el resultado de un sesgo de selección, es decir, que las personas con condiciones más favorables son las que acceden más a este ‘hobby’ y la práctica musical no produciría ningún cambio cognitivo, las diferencias serían anteriores al inicio de la actividad.

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El metaanálisis sugiere la causalidad de este efecto, dado que todos los estudios incluidos siguieron un diseño longitudinal comparando a los grupos de participantes antes y después de aprender a tocar. El resultado se repite en el diseño estándar de oro para probar causalidad, los ensayos controlados aleatorizados.

MÁS EFECTO

El trabajo, además, muestra que el efecto de la música parece ser mayor cuanto menor sea la edad de la persona cuando comienza a tocar el instrumento y cuanto menor sea su estado de desarrollo cognitivo en el momento inicial. Así, los cerebros más jóvenes y con mayor margen de mejora son los que podrían beneficiarse más. De hecho, el metaanálisis observó un mayor impacto de la práctica musical en los niños de ambientes más desfavorecidos.

También los autores encuentran que no todas las actividades musicales producen estas mejoras. Esto es algo que se ha observado con otras actividades con potencial cognitivo: “No todo vale”; es decir, no todas las versiones de esa actividad influyen de la misma manera. En el caso de la música, la evidencia con videojuegos musicales (como el famoso juego ‘Guitar Hero’) o simplemente con escuchar música o no hacerlo no parece ser tan clara.

“Parece que la capacidad estimuladora de aprender a leer partituras y lenguaje musical, sincronizar movimientos de manos y dedos, coordinarse con otras personas en la interpretación de una obra, y mucho más, son claves para este efecto”, apuntan los autores.